Cuenca lechera

Estudian la presencia de parásitos en ganado vacuno

Viernes 3 de octubre de 2014 / Actualizado el viernes 3 de octubre de 2014

Investigadoras de la UNL detectaron Cryptosporidium en cerca del 90 % de los tambos estudiados en el Departamento Las Colonias. Se encontraban en las heces de los animales, que son vías de contagio para el hombre cuando llegan a las fuentes de agua.

Cryptosporidium es un parásito microscópico que puede provocar problemas de salud en mamíferos. Una de las vías de contagio para el hombre son las heces vacunas contaminadas que llegan a las fuentes de agua. Según un estudio reciente de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), en la cuenca lechera santafesina casi el 90 por ciento de los tambos poseía algún animal enfermo.

En el trabajo realizado por Beatriz Lerman, Laura Modini, Mariel Zerbatto y Ana Pizarro de la Sección Aguas del Departamento de Ciencias Biológicas de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas (FBCB) de la UNL, se analizaron 367 muestras de materia fecal de terneros de entre 1 y 60 días, de nueve tambos ubicados en el Departamento Las Colonias, perteneciente a la principal cuenca lechera de la provincia de Santa Fe. En esos lugares se registraron las características higiénico sanitarias, condiciones de explotación e información necesaria para determinar qué factores podrían contribuir potencialmente a la infección por Cryptosporidium 

“El trabajo muestra que Cryptosporidium se encuentra presente en heces de terneros con pocas semanas de vida y podría ser un agente causal de diarrea. Algunos factores potencialmente asociados al riesgo de infección estarían relacionados con las prácticas de manejo de los animales en el tambo. El conocimiento de esos factores permitirá desarrollar medidas para reducir la contaminación ambiental y la infección humana y animal”, destacó Lerman.

Aguas

El relevo se enmarca en el estudio de la calidad de aguas destinadas a diversos usos y, en este sentido, a las investigadoras les interesa trabajar especialmente en lo que se conoce como patógenos emergentes: “Hay virus y parásitos que pueden ser resistentes a los factores ambientales y a la desinfección habitual de una planta de tratamiento, básicamente a la cloración. De este modo, el agua puede provocar brotes epidémicos, ya que se puede distribuir masivamente hacia la población abastecida”, contó.

Según agregó, para prevenir que las aguas contaminadas lleguen al hombre es que se aplican barreras múltiples: “Lo importante es que las fuentes de agua estén lo menos contaminadas posible para partir de una buena materia prima. Entonces nos abocamos al estudio de estrategias para mitigar la contaminación de los recursos hídricos por Cryptosporidium. La gran magnitud de algunas epidemias, la afectación preferente en la infancia y en personas malnutridas e inmunodeficientes, así como la capacidad de este protozoo de resistir a los factores ambientales y a la desinfección deben alertar sobre su importancia como problema de salud en la comunidad”, continuó.

Una de las formas en que Cryptosporidium llega al agua es por medio de la materia fecal del ganado vacuno. La vía hídrica es una forma de transmisión más importante que la que se da a través de alimentos o de persona a persona. “El ooquiste, que es la forma resistente del Cryptosporidium parvum, puede estar presente en las heces de ganado, que pueden ser arrastradas por las lluvias hasta las fuentes de agua o filtrarse hacia las napas. En este sentido, estudiamos cómo impedir que eso ocurra”, añadió Lerman.

Condiciones

Según Lerman, para que el agua no se contamine con las heces infectadas de parásitos hay que generar las condiciones higiénicas necesarias en los tambos para que los animales se enfermen lo menos posible: “Nos concentramos en ver cómo se puede disminuir las carga contaminante del ganado vacuno, sobre todo en la zona de la cuenca lechera santafesina, que es donde nos dirigimos para estudiar la prevalencia de la infección”, detalló.

“Hicimos un estudio de la condiciones del tambo que pueden favorecer la infección. Estudiamos 367 animales, de los cuales un promedio de 28,5 por ciento estaban infectados”, manifestó Lerman.

Por otra parte, se registraron las condiciones higiénicas del suelo, el hacinamiento, la separación de otros tipos de animales, todos factores que pueden provocar que los terneros se enfermen: “Los factores asociados con el riesgo de infección fueron: edad, diarrea, tipo de crianza, estado del suelo y convivencia con otros animales”, apuntó Modini 

Soluciones

El trabajo también incluyó posibles soluciones para “inactivar” los ooquistes de Cryptosporidium: “Se propusieron procesos de compostaje y digestión anaeróbica, que resultaron ser efectivos y proporcionan una buena oportunidad para generar productos valiosos como compost y biogas. La posibilidad de que a partir de un residuo tratado se recupere un recurso para volver a tener un uso productivo y rentable logra beneficios ambientales, económicos y sociales que permiten avanzar hacia un desarrollo sostenible de la actividad pecuaria”, finalizó Modini.

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